La fotografía de producto, una técnica de venta imprescindible
En nuestra sociedad, la imagen cada vez tiene más peso. Los estímulos que recibimos a lo largo del día, ya sea en la calle o a través de los dispositivos móviles, son predominantemente visuales, con poco texto y un gran atractivo en términos de diseño. Por eso la fotografía de producto es tan importante, ya que pueden dar una idea lo más aproximada, visual y concreta posible al público sobre el producto que va a adquirir.
Hacer que los productos se vean relucientes y atractivos en una imagen puede ser todo un arte, especialmente en algunas categorías de producto, como los alimentos. La fotografía de producto es esa práctica creativa que consigue sacar el mayor partido a todo tipo de objetos, para la que se precisa de bastante conocimiento, profesionalidad y perspicacia. ¿Te imaginas lo difícil que puede ser fotografiar un zumo en el momento en que llenas un vaso o hacer que un chocolate te parezca apetecible al ver un simple cartel?
Es interesante saber que existe una diferencia concreta entre lo que se denomina fotografía de producto y la fotografía publicitaria. En la primera, el objetivo es conseguir una imagen del artículo en sí, mostrarlo clara y sencillamente, aislada de todo lo demás. Sin embargo, la segunda quiere aportar un contexto del producto, apareciendo este acompañado de otras decoraciones o actores, y necesita de un proceso de postproducción más complejo.
El precio de una fotografía de producto no suele ser muy elevado, pudiendo en ocasiones estar el coste unitario entre los treinta y los 70 euros (frente a los tres dígitos que puede costar la fotografía publicitaria), aunque esta cifra es muy variable dependiendo de varios criterios, como las grandes diferencias posibles en los objetos a fotografiar, la ciudad en que se contrata el servicio, el material técnico que se requiere para la sesión o el número de productos diferentes a incluir en la composición.
Este servicio no es nada fácil, si bien puede parecerlo en un primer momento. Hay muchos factores a tener en cuenta para conseguir un buen resultado final: colocar el producto en la posición más “favorecedora”, iluminarlo para lograr un relleno y una luminosidad adecuados, la complejidad del material o la forma del objeto, el tiempo que queremos dedicarle a la edición de la fotografía y un largo etcétera.
También tiene un peso indiscutible la composición de la imagen a la hora de obtener una fotografía de producto que funcione. Y este factor es básicamente artístico, así que dependerá de la creatividad del fotógrafo. Pero tampoco se puede obviar la puesta a punto del producto. Aunque parezca algo evidente o muy básico, un objeto debe estar reluciente y en perfecto estado antes de ser el modelo de un anuncio.
No hay que olvidar en ningún momento que la fotografía de producto tiene como principal objeto la venta del objeto. Se trata de una herramienta para hacer que algo nos parezca deseable, especial, perfecto. Dependiendo del enfoque dado a una fotografía de producto se puede conseguir que un coche deportivo parezca agresivo, que una caja de medicina para el catarro parezca invencible o que un juguete tenga un aspecto amigable. Es decir, se trata de transmitir emociones a través de objetos inanimados.
Como conclusión, podemos quedarnos con que la fotografía de producto es una forma muy recomendable de vender un objeto sacando su mejor cara… y que requiere de un proceso creativo nada sencillo. ¿Quieres saber más sobre este tema o consultar a alguien experto? Entonces no dudes en solicitar la ayuda de los mejores profesionales de fotografía en Zaask.